Cuando un niño es mucho más que quisquilloso para comer
Los niños con una aversión grave a muchos alimentos pueden necesitar ayuda con los hábitos alimenticios para superar la evitación
Rachel Ehmke
Es muy común que los niños sean un poco quisquillosos con lo que comen. Encontrar a un niño que disfrute los vegetales verdes es ciertamente más difícil que encontrar uno que no lo haga. Pero algunos niños son mucho más que quisquillosos. Su aversión va más allá de ser muy selectivos y entra en un área donde los padres sienten que necesitan pedir ayuda y apoyo.
El rechazo a la comida empieza a ser un problema grave cuando los niños están desnutridos o comen tan poco que limita severamente sus vidas. “Normalmente comenzamos a ver que los niños tienen dificultades con la comida cuando tienen 7 u 8 años”, dice Jerry Bubrick, PhD, Director sénior del Centro de Trastornos de la Ansiedad y el Estado de Ánimo del Child Mind Institute. “Esa es la edad en que los padres comienzan a darse cuenta, ‘solía ser muy buen comedor pero ahora no come nada y está afectando su calidad de vida’ o, ‘pensamos que iba a dejar eso atrás, pero ahora nos estamos dando cuenta de que es más que eso'”.
Ser quisquillosos con la comida puede alcanzar un nivel clínico por varias razones diferentes. Algunos niños tienen un sentido del olfato elevado que los hace saborear los sabores más intensamente que la mayoría de la gente. Otros, limitan sus dietas porque tienen problemas con la ansiedad. Cualquiera que sea la razón, cuanto más tiempo dure un niño siendo severamente quisquilloso con la comida, más difícil será para él probar alimentos nuevos. Como cualquier otro mal hábito, la evasión se arraiga en su forma de vida y en la de su familia.
Cómo obtener ayuda
El primer paso para tratar a los niños que tienen dificultades serias con la comida es comprender más sobre sus preferencias o miedos. Por ejemplo, el Dr. Bubrick dice que ha tratado a niños diagnosticados con TOC que eran quisquillosos por temor a no ser saludables. “Imagínese comer solamente alimentos extraordinariamente saludables—sólo vegetales, sin pasta, sin pizza, sin azúcar, nada. Los padres pueden pensar, ‘¿Cuál es el problema?’, pero cuando los vegetales son las únicas cosas que está comiendo su hijo, no es bueno”.
Algunos niños evitan ciertos alimentos porque la textura los desanima o les da miedo probar algo nuevo. Otros controlan lo que comen porque tienen miedo a atorarse, o piensan que algo se “irá por la tubería incorrecta”. En este escenario, el tratamiento comienza con un psicólogo que explica cómo funciona la digestión y disipa los mitos que el niño pueda haber escuchado. Cualquiera que sea el motivo, es importante explicar a los niños que los alimentos desconocidos no son malos para ellos, incluso si parece que lo son.
“El tratamiento es divertido e impulsado por los niños”, señala el Dr. Bubrick. “Aunque los padres podrían centrarse en hacer que los niños coman ciertas cosas, es más importante que los niños acepten el tratamiento primero”. El Dr. Bubrick comienza haciendo una lista de alimentos que el niño quiere probar y luego otra lista de cosas que los padres piensan que el niño debería intentar. Luego él trabaja para determinar qué es lo que está evitando: ¿es textura, sabor, olor? Luego pueden comenzar la terapia de exposición, lo que significa que los niños comienzan a trabajar con alimentos que han estado evitando de una manera cuidadosamente controlada y terapéutica.
“Se trata de romper barreras”, explica el Dr. Bubrick. “A veces la exposición es simplemente tener la comida sobre la mesa y poder mantener una conversación en la misma habitación. Otras veces es tocar la comida, olerla, simplemente interactuar físicamente con ella”. También les da a los niños una regla: solo puedes decir que no te gusta algo si lo pruebas tres veces. Lleva un tiempo ajustarse a los nuevos sabores, por lo tanto, a menos que algo te haga vomitar de inmediato, es importante darle a tu paladar algunas buenas oportunidades.
Al probar nuevos alimentos, el Dr. Bubrick hace que los niños los califiquen en una escala de 0 a 10. Ellos aceptan comer en casa varias veces a la semana cualquier cosa que tenga más de cinco puntos de calificación, a modo de práctica. Como recompensa por hacer su “tarea”, obtienen puntos para premios. “Para los niños que son más abiertos, la alegría de encontrar nuevos alimentos es la recompensa, pero para los que son más resistentes tenemos en cuenta un sistema de recompensa porque probar nuevos alimentos puede ser difícil”, explica el Dr. Bubrick.
El tratamiento generalmente dura de 8 a 10 sesiones. Mientras más tiempo haya durado el niño siendo quisquilloso, más sesiones tendrá para romper esos hábitos alimenticios evasivos. Pero con el tratamiento, los niños exigentes pueden hacer grandes avances. “Trabajé con un niño de nueve años que era muy quisquilloso para comer, estaba muy delgado y bebía suplementos como Ensure para obtener sus vitaminas y minerales”, dice el Dr. Bubrick. “Comenzamos la terapia de exposición con queso, que nunca había probado antes. Después de algunas pruebas y errores descubrió el Manchego, el cual le encantó. Se convirtió en un fanático del manchego. Pasó de nunca comer queso antes a poder comer todo un bloque. Y eso abrió muchas cosas nuevas para él. A partir de entonces, pudimos probar sándwiches con Manchego y muchas otras cosas más”.
¿Qué es un trastorno alimenticio y cuándo preocuparse?
Señales de que su adolescente podría estar en un camino poco saludable
Rachel Ehmke
dos los adolescentes se preocupan por su apariencia. La autoestima puede ser precaria durante la adolescencia, y el estar muy consciente del cuerpo es parte de lo que viene con la adolescencia. Pero si ha notado que su hijo está obsesionado con el peso, probablemente usted esté preocupado. Entonces, ¿cuál es la diferencia entre el comportamiento normal y el comportamiento que podría indicar un trastorno alimenticio?
- Imagen corporal distorsionada: Mientras otras personas ven a un niño normal (o extremadamente flaco), los adolescentes con trastornos alimenticios se miran al espejo y ven a una persona completamente diferente. Tienen una percepción distorsionada de su propia apariencia y no importa cuánta seguridad reciban de parte de la familia y los amigos cuando todos ellos dicen “No estás gordo”, nada cambiará esa convicción.
- Obsesionado con la apariencia: Los jóvenes que desarrollan trastornos alimenticios se centran extraordinariamente en su apariencia como una medida que determina el valor que se dan a sí mismos. Mientras que otros niños tienden a anclar sus identidades en sus intereses y logros, estos adolescentes tienen sus emociones y sus vidas envueltas en pensamientos sobre la comida y su apariencia.
- Dietas extremas: La anorexia nerviosa, el trastorno alimenticio más común, es la inanición autoimpuesta, generalmente de una mujer joven que de otro modo tendría un alto funcionamiento. Los tipos de personalidad con más probabilidades de desarrollar el trastorno incluyen atletas, perfeccionistas y personas con un rendimiento excesivo. Se sienten obligados a mantener un peso corporal peligrosamente bajo debido a una autoimagen distorsionada. Detectar la anorexia puede ser muy difícil porque generalmente afecta a niños de alto rendimiento.
- Comer en exceso: Los niños con bulimia nerviosa, el otro trastorno alimenticio más común, se dan el gusto de atracones de comida periódicos y generalmente secretos. Muchos niños con bulimia dicen que se sienten fuera de control durante sus atracones y los describen como “experiencias fuera del cuerpo”. Para compensar, muchos se purgarán después o harán una dieta rigurosa. Los adolescentes con el trastorno pueden estar muy influenciados por ideales corporales perpetuados en los medios y en la cultura popular. Puede ser difícil diagnosticar el trastorno porque las personas con bulimia pueden tener un peso corporal normal o incluso tener sobrepeso.
Algunas señales para tener en cuenta
A menudo, los niños con trastornos alimenticios tratan de mantener en secreto sus hábitos y conductas de alimentación poco saludables, sin embargo, hay algunas señales que los padres pueden percibir.
Señales de anorexia:
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- Perder peso inesperadamente y/o estar peligrosamente delgado (a pesar de su delgadez extrema, los niños con anorexiageneralmente no creen que no son saludables y en realidad quieren perder más peso)
- Obsesionarse con el conteo de calorías, datos nutricionales y dietas
- Pasar muchas horas haciendo ejercicio para quemar calorías
- Saltarse las comidas
- Evitar comer socialmente
- Períodos irregulares, pérdida gradual del cabello y agotamiento constante
Señales de bulimia:
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- Hacer ejercicio excesivamente o usar pastillas para adelgazar o laxantes
- Ir al baño inmediatamente después de las comidas
- Pasar mucho tiempo en el baño
- Tener dolor de garganta, nudillos adoloridos, dientes descoloridos y falta de esmalte
- Acaparar comida en su habitación
- Grandes cantidades de alimentos que desaparecen de la casa
¿Qué pueden hacer los padres?
- Trate de establecer hábitos alimenticios saludables. Haga una rutina de comer comidas saludables y balanceadas en familia.
- Discuta sobre los alimentos, en términos de qué tan saludables son, no qué tan buenos o malos son. No critique el peso o la apariencia de su hijo. La adolescencia es un momento difícil para la mayoría de los niños, y es esencial brindarles un ambiente cálido, seguro y de apoyo.
- Algunos niños son más propensos que otros a desarrollar trastornos de la alimentación. Esté muy atento si tiene antecedentes familiares de trastornos de la alimentación o si sabe que su hijo está bajo una presión extrema para verse de cierta manera.
Los trastornos alimenticios en los niños son muy graves y pueden ser mortales. Si cree que su hijo tiene un trastorno alimenticio, debe comunicarse con un médico de inmediato.
Origina Acá
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