Temperamento Temprano y Desarrollo Psicosocial
Mary K. Rothbart, PhD
University of Oregon, EE.UU.
Introducción
El temperamento, definido como diferencias individuales en la reactividad y en la auto regulación constitucional, y observada en la emocionalidad, en la actividad y en la atención de los niños, tiene una historia antigua. También se ha convertido recientemente, en un área de rápido crecimiento en la investigación del desarrollo infantil. La influencia del temperamento en las trayectorias del desarrollo ya ha sido reconocida, incluso en las áreas que tradicionalmente se consideraban como producto de la socialización, por ejemplo los problemas de conducta, la empatía y el desarrollo de la consciencia.1
Materia
El temperamento se refiere a las diferencias individuales en los bebés y niños que existen antes de que se desarrollen otros aspectos cognitivos de la personalidad. El temperamento incluye la variabilidad del afecto positivo y la tendencia hacia la aproximación, el miedo, la frustración, la tristeza, la molestia, así como la reactividad atencional y el control del comportamiento, de las emociones y del pensamiento.1 Las disposiciones temperamentales, que se ven reflejadas en la orientación o rechazo hacia objetos, personas o eventos,2 son críticas para el desarrollo de competencias y de la motivación.3
Problemas
La investigación sobre el temperamento en la infancia, está basada en múltiples métodos de reporte a través de cuestionarios y de observaciones, cada uno con sus ventajas y desventajas.1 Como ventajas, los cuestionarios de reporte realizados por los cuidadores son poco costosos de administrar y están basados en un amplio rango de conductas observadas por los padres y profesores. Las observaciones de laboratorio permiten a los investigadores controlar y manipular el ambiente y así medir de forma precisa el tiempo de reacción, la intensidad y la duración de una conducta, mientras que las observaciones en contextos naturales realizadas en el hogar o en la escuela permiten la objetividad y la validez ecológica en la codificación.1
También hay problemas con cada uno de estos métodos. Los reportes realizados por los cuidadores pueden estar sesgados por los deseos de quien responde de presentar al niño de una manera favorable. Las observaciones de laboratorio posiblemente están limitadas por el rango y la frecuencia de las conductas que pueden ser provocadas, y comúnmente hay efectos remanentes de un episodio a otro. Por otro lado, las observaciones en contextos naturales con frecuencia son costosas y demoradas, requiriendo varias visitas para obtener una muestra confiable de las conductas de los niños. Aunque no hay un método completamente libre de errores, cada uno de estos acercamientos mejora nuestra comprensión acerca del temperamento y de su relación con los resultados en el desarrollo.1
Contexto de Investigación
La investigación sobre el temperamento infantil ha sido fuertemente influenciada por el Estudio Longitudinal de Nueva York (NYLS).4 Thomas, Chess y sus colaboradores entrevistaron a padres sobre los comportamientos de sus hijos de entre los 2 y los 6 meses de edad. A través del análisis de contenido identificaron nueve dimensiones de temperamento: nivel de actividad; regularidad en el funcionamiento biológico; facilidad para aceptar nuevas personas y situaciones (aproximación – evitación); adaptabilidad al cambio; sensibilidad a los estímulos sensoriales; disposición del ánimo; intensidad de respuestas; nivel de distracción y periodos de atención y persistencia. Recientemente se ha revisado la lista de Thomas y Chess1; estas revisiones serán presentadas más adelante en la sección de resultados recientes en la investigación.
Preguntas Claves de la Investigación
- ¿Cuáles son las principales dimensiones del temperamento en la infancia y la niñez?
- ¿Cómo se desarrolla el temperamento?
- ¿Cuáles resultados psicosociales están asociados al temperamento?
- ¿Cuáles son las contribuciones neuronales, genéticas y experienciales sobre el temperamento?
Resultados Recientes de la Investigación
Los análisis factoriales del temperamento de los niños han llevado a revisar la lista de las dimensiones del temperamento en la infancia y la niñez temprana1,5,6 . Estos incluyen 1) afecto positivo; 2) nivel de actividad; 3) temor; 4) enojo/frustración 5) orientación atencional y más adelante, en la infancia temprana, 6) control coactivo o esforzado (ej. La capacidad para inhibir una respuesta dominante con el fin de realizar una respuesta subdominante). Se han encontrado consistentemente tres factores de carácter general en el reporte de los padres sobre el temperamento de sus hijos durante la niñez temprana e intermedia: Extraversión, relacionado al afecto positivo y a nivel de actividad; afecto negativo relacionado a las emociones negativas; y el control coactivo o esforzado, relacionado al control atencional, inhibitorio y activacional. Estos factores visto asociados a sistemas cerebrales de atención y emoción tanto en humanos como en no humanos.1
El temperamento también se desarrolla. Durante los primeros meses de vida, se pueden observar las diferencias individuales en la orientación atencional, en la propensión a la angustia, en el afecto, en la aproximación positiva y en la frustración. Desde los 6 meses de edad, algunos se aproximan rápidamente a los objetos alcanzándolos y tocándolos, mientras que otros niños lo hacen de forma más lenta.7 Las tendencias hacia la aproximación en los niños, las sonrisas y las risas en el laboratorio, predicen la extroversión de los niños reportada por los padres a los 7 años.
A finales del primer año y posteriormente, se pueden observar las diferencias individuales en inhibición conductual temerosa hacia estímulos novedosos o intensos.2 La inhibición conductual temerosa se opone a las tendencias de aproximación, de modo que un niño que antes respondía de manera rápida ante nuevos objetos o personas más adelante puede responder de manera más lenta, o no responder del todo. La inhibición conductual temerosa es considerablemente estable y está relacionada con el desarrollo posterior de la empatía, la culpa y la vergüenza en la niñez2,9. Los niños temerosos tienden a desarrollar la consciencia más temprano10 y se benefician de estilos de disciplina parental suaves y moderados en el proceso de internalización de la consciencia. El desarrollo de la consciencia en los niños con tendencias menos temerosas parece beneficiarse más por la sensibilidad materna y por su propia seguridad en el apego.
Hacia el final del primer año, el control coactivo o esforzado empieza a desarrollarse, haciendo disponibles nuevas formas de regular las tendencias reactivas. El sistema cerebral que subyace el control esforzado se denomina sistema de atención ejecutiva 11,12. En la medida en que la atención ejecutiva se desarrolla, aumenta la capacidad de mantener la atención enfocada por periodos más prolongados de tiempo. La atención sostenida y habilidad de abstenerse de tocar un juguete prohibido durante la infancia predicen significativamente el control coactivo o esforzado a los 22 meses de edad13. También se observa estabilidad a largo plazo en la capacidad de postergar la gratificación, de manera que esta capacidad en los niños de edad pre escolar predice los niveles de atención, concentración, y control del afecto negativo posterior en la adolescencia según el reporte de los padres14. El control esforzado se relaciona estrechamente con la obediencia o acatamiento de los niños y con el desarrollo de la empatía, la culpa y la vergüenza.
Los estudios de neuroimágen permiten que los investigadores identifiquen tareas que activan las redes del cerebro que subyacen el temperamento, y las han adaptado a niños de diferentes edades para poder estudiar el desarrollo de los sistemas de temperamento.15 Estas tareas han sido utilizadas en el estudio del desarrollo de la orientación atencional y el control esforzado, pero es probable que otras dimensiones puedan ser medidas de manera similar. El desempeño en estas tareas de laboratorio, está relacionado positivamente con el reporte de los padres sobre la capacidad de sus hijos para controlar la atención y la emoción15,16. En adultos, el rendimiento en estas tareas se ha visto asociado a la acción de genes específicos, y existe evidencia considerable que apoya la heredabilidad del temperamento.
El temperamento también se ha asociado al desarrollo de ciertas psicopatologías.1,11 El temperamento puede aumentar la respuesta a eventos estresantes o amortiguar contra dicho riesgo. Se han encontrado relaciones entre la inhibición temperamental temerosa y los niveles posteriores de ansiedad, afectividad negativa y depresión. La extraversión y un bajo control esforzado, también han sido vinculados al desarrollo de problemas de conducta.
Conclusiones
La lista de las nueve dimensiones del temperamento identificada por Thomas y Chess4 ha sido revisada para reflejar los resultados de investigaciones posteriores. Las dimensiones generales básicas incluyen: Extraversión (afecto positivo, nivel de actividad, impulsividad, toma de riesgos); afecto negativo (miedo, rabia, tristezas, irritabilidad/malestar); y control esforzado (cambio de atención y enfoque, sensibilidad perceptual, control inhibitorio y activacional). Recientemente, la afiliación también se ha medido.17 Se han encontrado asociaciones entre afectividad negativa, la extraversión y los problemas de comportamiento, mientras que el control esforzado ha sido relacionado a la adaptabilidad y con una baja incidencia de problemas de conducta. Tanto el temor como el control esforzado predicen el desarrollo de la consciencia. Así mismo, se han documentado asociaciones entre el temperamento y los procesos genéticos y cerebrales.
Implicaciones
La investigación sobre el temperamento sugiere la importancia de educar a los cuidadores, profesores y padres para que comprendan que el comportamiento y las emociones de los niños no son sólo resultado de un aprendizaje social. Por el contrario, los niños, desde una edad temprana, difieren en su nivel de reactividad y en su auto regulación, y siguen distintas trayectorias en su desarrollo. El temperamento también sugiere intervenciones especificas, tales como el entrenamiento en el control atencional, estrategia que ha sido utilizada de manera exitosa en niños de 4 años,12 y que puede ser adaptada a espacios de educación pre escolar. Este entrenamiento también ha sido útil para niños con TDAH,18 y parece tener algunos efectos positivos de manera general en el procesamiento cognitivo de los niños.
Referencias
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Para citar este artículo: Rothbart MK. Temperamento Temprano y Desarrollo Psicosocial. En: Tremblay RE, Boivin M, Peters RDeV, eds. Rothbart MK, ed. tema. Enciclopedia sobre el Desarrollo de la Primera Infancia [en línea]. http://www.enciclopedia-infantes.com/temperamento/segun-los-expertos/temperamento-temprano-y-desarrollo-psicosocial. Publicado: Julio 2005 (Inglés). Consultado: 27/06/2018. |