Desarrollo del Lenguaje y Detección de sus Trastornos en el Niño y la Niña / por Nathalia Calderón Astorga, Licda. Natalia Calderón Astorga. M.Sc. Terapeuta del Lenguaje Oral y Escrito. Especialista en Dificultades del Aprendizaje. PEDAGOGA. Administradora Educativa. Universidad Nacional de Costa Rica - Universidad Católica de Costa Rica

 

Introducción

El medio fundamental de la comunicación humana es el lenguaje oral, la voz y el habla, que le permiten al individuo expresar y comprender ideas, pensamientos, sentimientos, conocimientos y actividades. El lenguaje hablado se da como resultado de un proceso de imitación y maduración a través de la riqueza de estímulos que existen en el ambiente.

La adquisición del lenguaje oral se concibe como el desarrollo de la capacidad de comunicarse verbal y Iingüísticamente por medio de la conversación en una situación determinada y respecto a determinado contexto y espacio temporal. Al efectuarse un balance, de una serie de producciones es esencial hacer intervenir el contexto lingüístico y extralingüístico del intercambio verbal, del tema de conversación, las actitudes y motivaciones de los participantes, al igual que las informaciones sobre la organización formal de los enunciados y las palabras que lo componen.

Las investigaciones recientes sobre el desarrollo del niño (a) y un mejor conocimiento de los factores de riesgo permiten actualmente, la detección precoz y la prevención de un retraso en el desarrollo del lenguaje.

En el lenguaje se incluye una vertiente recepción-comprensión y una vertiente expresión. El desarrollo de la comprensión precede siempre al de la expresión. Para la comprensión, solo existen algunas semanas de variación de un niño al otro, mientras que para la expresión las variaciones inter-individuales pueden alcanzar varios meses.

En su sentido más amplio, el lenguaje oral puede describirse como la capacidad de comprender y usar símbolos verbales como forma de comunicación, o bien se puede definir como un sistema estructurado de símbolos que cataloga los objetos, las relaciones y los hechos en el marco de una cultura. Al ser el lenguaje más específico de la comunicación, se afirma que es un código que entiende todo aquel que pertenece a una comunidad lingüística.

Puyuelo, M. (1998), define el lenguaje como una conducta comunicativa, una característica específicamente humana que desempeña importantes funciones a nivel cognitivo, social y de comunicación; que permite al hombre hacer explicitas las intenciones, estabilizarlas, convertirlas en regulaciones muy complejas de acción humana y acceder a un plano positivo de autorregulación cognitiva y comportamental, al que no es posible llegar sin el lenguaje.

Empero para que el lenguaje se desarrollo de una forma armoniosa y adecuada, deben darse ciertas condiciones fundamentales:

CONDICIONES DE DESARROLLO DEL LENGUAJE

El lenguaje oral es parte de un complejo sistema comunicativo que se desarrolla entre los humanos. Los estudiosos han llamado al desarrollo del lenguaje en el niño (a) "desarrollo de la competencia comunicativa". Este proceso comienza ya desde las primeras semanas de un bebé recién nacido, al mirar rostros, sonrisas y otros gestos y al escuchar las interpretaciones lingüísticas dadas por el adulto.

Estas verbalizaciones son de extrema importancia para crear un desarrollo posterior. Durante el proceso de desarrollo lingüístico evolucionan diferentes capacidades comunicativas como son la intencionalidad, la intersubjetividad, es decir, transmitir y compartir un estado mental; la reciprocidad, que es participar en un protodiálogo (el niño llora, la madre responde tomándolo en brazos, acariciándolo, hablándole) para culminar en las llamadas rutinas interactivas donde el adulto y niño (a) participan en juegos de dar y tomar insertando vocalizaciones. Se observa como el lenguaje oral parte de una dimensión social y atraviesa por un continuo proceso de refinamiento.

El primer año de vida resulta crucial en el aprendizaje del lenguaje. A lo largo de este periodo, el bebé afina, gracias a su experiencia creciente, toda una serie de capacidades de base que le permiten interactuar intencionalmente a un nivel preverbal con el adulto.

Generalmente se considera que el (la) niño (a) empieza a hablar hacia los 12 meses, cuando produce sus primeras palabras. Empero, la comunicación en el sentido más amplio de la palabra, parafraseando a Rondal, J. (2003), empieza mucho antes, ya que desde el mismo momento de su nacimiento el bebé tiene la capacidad de comunicarse, de percibir los estímulos auditivos, de llorar, gemir y por último, producir sonidos que tienen valor de comunicación y que equivalen a manifestaciones de sus deseos, expectativas y sensaciones; pasa, por tanto, de una forma global de expresión y de comunicación (en la que participa todo el cuerpo), a una forma diferenciada que recurre a la actividad vocal, sobre un fondo de expresión y comunicación gestual que implican el inicio de comprensión verbal.

A lo largo de los 15 primeros meses de la vida del bebé tiene lugar una importante evolución de la actividad vocal y perceptiva. A nivel productivo, el fenómeno es comparable con lo que ocurre a nivel receptivo, el niño pasa del estado de balbuceo indiferenciado a la emisión exclusiva de fonemas pertenecientes a la lengua materna. Hacia los 6 u 8 meses de edad, el niño empieza a tener un cierto control de la fonación y, de manera bastante clara, también a nivel de la prosodia.

Para Puyuelo, M. (1998), la adquisición del lenguaje oral por parte del (de la) niño (a) surge a partir de la comprensión de intercambios previos, por lo tanto se adquiere a través del uso activo en contextos de interacción. Lo anterior significa que el aprendizaje del lenguaje oral en el niño no se produce de forma aislada sino que existe una relación entre el contenido, la forma y el uso del lenguaje. Cuando el niño aprende el lenguaje necesita conocer a las personas, objetos y eventos, así como las relaciones que se dan entre ellos, ya que para dar cuenta del contenido del lenguaje precisa de aprender a reconocer los diferentes contextos para múltiples propósitos.


Existe un acuerdo general entre los especialistas del lenguaje de que, salvo excepciones, es posible que un niño (a) hable bien hacia los tres años de edad. Para que se produzca esta situación han de darse varias condiciones: normalidad de los órganos lingüísticos, tanto receptivo (capacidad auditiva o visual y cortical), como productivos (capacidad de ideación y capacidad articulatoria). También la exposición del (de la) niño (a) a un contexto socializador y lingüístico adecuado, así como el desarrollo de un entorno comunicativo que suponga un continuo estímulo de los adultos hacia el niño generando las respuestas adecuadas. Lo que implica tener desde el nacimiento estructuras neuromotrices sensoriales -mentales normales y conservarlas a lo largo de su desarrollo.

Factores auditivos

Es indispensable una buena audición para una buena recepción del mensaje hablado.
La ausencia de aparición del balbuceo y del lenguaje a una edad determinada deberá sistemáticamente hacer presumir dificultad auditiva importante.

Factores visuales

Ver bien es fundamental para la organización de la comunicación. Las miradas recíprocas desencadenan y mantienen la comunicación. Las expresiones del rostro y los gestos acompañan naturalmente al lenguaje.

Factores neurológicos y cógnitivos

Una integridad neurológica y las suficientes capacidades intelectuales son indispensables para el desarrollo del lenguaje. Las habilidades cognitivas y las competencias lingüísticas están estrechamente ligadas.

Factores ligados a las interacciones padres - hijos

El niño se comunica de muchas formas (mímica, sonrisas, voz, lloros). Esta aptitud es particularmente importante en la medida en que prefigura la función social del lenguaje. Desde las primeras semanas de vida, la madre considera a su bebé como un verdadero interlocutor al que atribuye intenciones de comunicación. Los gritos, la vocalización, la mímica y los movimientos no verbales son interpretados por la madre como que tienen sentido. La madre es muy receptiva a todos estos comportamientos y responde de manera verbal y/o mimo-gestual. Esto tiene por efecto reforzar algunas actitudes del bebé, actitudes que, retomadas por la madre, son insertadas en una "conversación" donde el bebé experimenta alternativamente los tiempos de palabra y de escucha.

Desde los primeros meses, el niño y la niña multiplican experiencias perceptivas a través de lo que ven, de lo que entienden, de lo que tocan, de lo que huelen y de lo que prueban. Sus padres, al comentar sus experiencias, le ayudan a organizar su entorno, su relación con las personas, los objetos y las acciones. Conforme el niño (a) se vuelve más hábil en el plano motor, van surgiendo los nuevos comportamientos interactivos y mentales.

Entre los comportamientos no verbales manifestados por los bebés, está la puntería (apuntar con el dedo) aparece a la edad de los 9 meses. Hacia los 12 meses, este comportamiento ha adquirido una función social de comunicación. El niño apunta con el dedo con la intención de atraer la atención de la madre sobre ciertos elementos del entorno. La madre responde nombrando al objeto o el acontecimiento apuntado con el dedo por el bebé ("sí, es el perro"). Este procedimiento que permite a la madre y al niño estar "en sincronía" es la base de todo diálogo futuro ya que, para que este se desarrolle eficazmente, ambos interlocutores deben atraer su atención en un objeto o un acontecimiento común para poder "hablar" sobre ello juntos, es lo que denominamos atención conjunta.

Siguiendo el desarrollo, el niño está en disposición de experimentar comportamientos sociales cada vez más amplios o sofisticados sobre los planos motores, de relación y cognitivos. Los procesos de adaptación de la madre a los comportamientos del bebé, que son totalmente inconscientes, permiten de esta forma, en todas las etapas del desarrollo, un ajuste progresivo.
El papel de la madre en esta fase es esencial. Precisamente es en su capacidad de dejarse guiar por el bebé donde reside la comunicación prelingüística. Esta constituye un marco propicio para el desarrollo del lenguaje ya que es en este contexto privilegiado de diálogo y de placer compartido que las primeras vocalizaciones serán interpretadas por la madre y adquirirán sentido.
Las interacciones precoces son un pre-requisito para el desarrollo del lenguaje, pero no son suficientes para guiar al niño hacia la asimilación de un sistema lingüístico. El desarrollo del lenguaje supone la integridad de las capacidades sensoriales y cognitivas del lactante. Las primeras palabras aparecen entre los 12 y los 18 meses y hacia los 24 meses, la mayoría de los niños empiezan a combinar dos palabras para formar sus primeras frases.


Pautas del desarrollo

Dadas estas condiciones, el proceso de desarrollo del lenguaje transcurre por etapas que comienzan por un desarrollo prelingüístico, como se mencionó anteriormente, que requiere de:

    • -Mecanismos internos propios del niño.
    • -Experiencia que en cierto modo posea un sentido para el niño.
    • -Facultades de atención (capacidad de centrar la información para que resulte más relevante para un determinado objetivo).
    • -Experiencia interactiva para desarrollarse.

Todas estas condiciones hacen posible que se procesen los datos sensoriales a través de los cuales se van integrando los elementos del código lingüístico, requisitos para la comprensión del lenguaje. Además, para que el proceso de adquisición del lenguaje oral se desarrolle adecuadamente, debe haber una buena disponibilidad para la comunicación tanto física como psicológica entre el niño y las personas que interactúan con él, por ello el lenguaje que sirve de modelo al niño debe cumplir por lo menos con dos condiciones:

    • -Darse a nivel expresivo, iniciando intercambios conversacionales, y a nivel receptivo, respondiendo adecuadamente a las emisiones hechas por el niño (a).
    • -Una valiosa game frases gramaticales correctas.a d


Es necesario recordar siempre que el desarrollo del lenguaje en el (la) niño(a) puede darse con diferentes ritmos de evolución. No todos los (las) niños (as) empiezan a la misma edad ni coinciden en el momento de finalizar el proceso, pero dentro de esta variedad, hay unos márgenes dentro de los cuales se habla de "normalidad".

La principal herramienta que tiene el bebé para lograr sus fines, es otro ser humano familiar; una respuesta social negativa a sus iniciativas resultaría perjudicial.

La evolución del lenguaje oral en el (la) niño (a) pasa por grandes y diversas etapas que van desde su nacimiento hasta el ingreso a la escuela.

Según Puyuelo, M. (2000), la ontogénesis del lenguaje oral indica que cualquier iniciativa de evaluación en esta área va invariablemente ligada al desarrollo, dentro del que se distinguen varios períodos de adquisiciones lingüísticas: adquisiciones prelingüística, lenguaje no combinatorio, adquisición de los fonemas y primer lenguaje combinatorio.

Las adquisiciones prelinguísticas abarcan aproximadamente de los 0 a los 12 meses de edad, durante los cuales el bebé pasa de la expresión a la comunicación y de ahí al lenguaje oral. Durante esta etapa el niño(a) aprende del adulto y de otros niños (as) mayores que forman parte de su entorno, utiliza los mecanismos básicos de la comunicación a nivel preverbal con lo que recurre principalmente a la actividad vocal, la cual evoluciona considerablemente durante los primeros quince meses con los gritos, llantos, balbuceo y control articulatorio observable en la producción de las primeras palabras, la imitación de las producidas por el adulto y matices que expresan manifestaciones que las madres reconocen muy bien, tales como hambre, dolor y sueño.

Igualmente, Nieto, M. (1994), expresa que es gracias a la repetición de estos movimientos, como los órganos bucales van adquiriendo la agilidad que van a necesitar posteriormente cuando llega el momento de la articulación de la palabra.

Al finalizar el primer año y al principio del segundo, se desarrolla la comprensión verbal. El (la) niño(a) comprende ciertas palabras y algunas expresiones que aparecen en contextos apropiados antes de empezar a expresarse a través de éstas. También comprende y utiliza gestos con todo el cuerpo, experimenta con objetos, comprende órdenes sencillas y aprende a darle nombre a las cosas. Aparece luego un primer lenguaje no combinatorio caracterizado por el incremento más rápido de los repertorios léxicos productivos y receptivos, cuyo inicio suele coincidir con la aparición de los enunciados de dos o más palabras (Puyuelo, M. 2000). Estas primeras palabras se caracterizan por usar un número limitado de elementos fonéticos y por referirse a características más amplias que las aceptadas por la lengua adulta, tanto en lo que se refiere a los objetos y como a las acciones. Las palabras, en esta etapa parecen ser esfuerzos por expresar ideas complejas, ideas que un adulto expresaría mediante oraciones.

Se da un incremento lento del vocabulario productivo y receptivo entre la aparición de las primeras palabras y el final del segundo año. La comprensión pasa de unas 500 palabras a los 30 meses, 1500 a los 48, 2000 a los 5 años (según indicadores generales). Más tarde el (la) niño (a) utiliza palabras aisladas para expresar algunas relaciones con sentido entre las que se encuentran la posesión, la atribución y la localización.

La adquisición de la fonética se da entre los 0 y 6 años, dentro de un proceso gradual y universal, sin importar la cultura lingüística en la que el niño está inmerso (Miretti, M.L., 2003).

La /a/ suele ser la primera vocal emitida, mientras que una oclusiva labial normalmente la /p/, a veces la /m/ inaugura las consonantes. Este hecho permite las combinaciones papá y mamá facilitadas por la repetición silábica. La vocal /a/ se obtiene con gran abertura de la boca, vibración de las cuerdas vocales, no tiene duración limitada. Las características acústico-articulatorias de la letra /p/ son inversas.

La diferenciación de los fonemas avanza según dos ejes: grave - agudo y compacto - difuso con fonemas como /p,t,k/ entre otras consonantes y las vocales /a,e,o/.

Progresivamente se van añadiendo otras vocales, algunas consonantes oclusivas sonoras /b,d,g/ las nasales /n,ñ/, las fricativas sordas /f,s,ch,j/ las laterales /l/ y la vibrante /r/.

El desarrollo que comenzó hacia el final del primer año, dura hasta los cinco años aproximadamente. Algunas consonantes como las fricativas sordas y sonoras suelen ser articuladas correctamente antes de los siete u ocho años.

La frecuencia con que ciertos fonemas y palabras que aparecen en el habla dentro del entorno del niño (a), inciden sobre la adquisición más o menos precoz o más o menos tardía de ciertos fonemas, así como la precisión de su producción articulatoria y la facilidad y la exactitud con la que se discriminan en las palabras de los demás.

Es importante señalar que es a partir de los 3 años de edad, cuando el (la) niño (a) comienza a dominar y a emitir con mayor exactitud y precisión los fonemas de su lengua.

Para Puyuelo, M. (2000), el desarrollo fonológico aún no se ha completado a los 4 años de edad. La producción de ciertos fonemas en los que el margen de maniobra articulatoria es más estrecho como /s,ch,j,l,r/ se tienen que perfeccionar y estabilizar en muchos caso. En el niño de 4 a 6 y 7 años, la articulación de estos fonemas, en forma aislada o en coarticulación con palabras cortas, suele ser más fácil. Sin embargo, a partir del momento en que el fonema se íntegra con el conjunto en que intervienen varios fonemas difíciles o en conjunto con cierta longitud, más o menos familiar, el niño experimenta serias dificultades para expresarlo. El dominio progresivo de los fonemas fricativos, laterales y el progreso de la articulación se perfecciona después de los 4-5 años de edad.

El primer lenguaje combinatorio es una fase importante para el desarrollo lingüístico, ya que en este periodo aparece la posibilidad de combinar varias palabras y construir frases o expresiones complejas, cuya relación semántica parece evidente para el adulto aunque no se trate de una expresión formal. El (la) niño (a), ya no pronuncia palabras sólo por imitación, sino cuando necesita decir algo importante.

Al terminar la etapa del lenguaje combinatorio surge una característica importante: el (la) niño (a) todo lo pregunta, es la edad de los ¿por qué? También usa el verbo, luego el adverbio y finalmente el "yo" como expresión de su personalidad. Aparece el habla egocéntrica que le permitirá la formación del lenguaje interior para conducirlo más tarde al lenguaje social.

Dentro de la evolución del lenguaje es importante enumerar diferentes fases del discurso lingüístico:

Lenguaje telegráfico:

Comienza el discurso lingüístico. El niño incluye en su uso del lenguaje hablado (palabras) la gramática, contando con una mejor pronunciación, entonación y ritmo para transmitir significado. En esta etapa se da la omisión de artículos, preposiciones y conjunciones o sea el lenguaje telegráfico.

Primeras oraciones:

La evolución de adquisiciones estructurales se desarrolla en tres niveles.

Patrón u orden de la frase. Estos cambian de un idioma a otro, por ejemplo: s + y + c (sujeto, verbo, complemento) en castellano y francés, y s + c + v (sujeto, complemento, verbo) en alemán y holandés. Clases de palabras y funciones. Sustantivo, adjetivo, verbo y adverbio. Las flexiones, es decir el género, número y los tiempos verbales El uso de nexos: preposiciones y conjunciones.

Fases evolutivas de la oración

La etapa de la oración inicia en el orden de sujeto + verbo +complemento. La oración es simple. Se impone generalmente el control del número para una misma palabra. El niño, comienza a emplear la conjugación del verbo en futuro. Por ejemplo: Voy a..., hacer, tener, ir. Inicia el uso del YO. Aparecen las preposiciones para, por, con.

De los 3 a los 4 años de edad aparecen las oraciones con complemento más amplio, inicia la oración compuesta, utiliza de 4 a 8 palabras siendo un gran número de adjetivos y adverbios y ya los 6 años emplea conjugaciones y amplía los tiempos verbales utilizados aunque no de manera consciente. Todavía existen errores en la conjugación de verbos irregulares, que poco a poco se van remitiendo y desaparecen completamente en torno a los 10 años. A partir de esta edad continúa la adquisición lingüística en un proceso de ensayo y error, en donde el sujeto realiza "adquisiciones o aprendizajes" del lenguaje que luego falsea o verifica incorporando los resultados a su acervo lingüístico, que se va incrementando a lo largo de toda la vida en un proceso, no sólo cualitativo, sino cualitativo. Véase la tabla de progresión del niño (a) en diversos planos.

PROGRESIÓN DEL NIÑO EN LOS DIFERENTES PLANOS DEL LENGUAJE

3 a 4 años
Organización Fonética
Atención auditiva, pequeñas prosodias y juegos fonéticos cortos. Juegos de motricidad buco-facial. Secuencias fonéticas sencillas. Primeros juegos de estructura temporal.
Organización semántica
Comprensión de enunciados simples (pedir, mandar). Primeras denominaciones descriptivas a partir de gráficos. Primeros juegos metalingüísticos (familia asociación). Primera actividad de imitación directa.
Organización morfosintáctica
Construcción de frases en situaciones activas. Expresiones automáticas para juegos y actividades. Las frases comienzan a alargarse. Uso de interrogantes.
4 a 5 años
Organización fonética
Discriminación auditiva más compleja. Secuencias fonéticas complejas. Juegos de automatización en palabras, para fonemas y sílabas más sencillas.
Organización semántica
Denominación en situaciones de exposición y de descripción. Juegos metalingüísticos. Actividades de imitación directa. Primeros juegos creativos.
Organización morfosintáctica
Juegos con viñetas individuales, con secuencias históricas para el inicio del discurso narrativo. Actividades de imitación directa.
5 a 6 años
Organización fonética
Juegos fonéticos más complejos y trabalenguas. Actividades de conciencia fonética (rimas).
Organización semántica
Juegos metalingüísticos más complejos (análisis, síntesis, semejanzas, seriaciones). Actividades de imitación directa. Actividades para las funciones de pedir, mandar, cooperar, preguntar y explicar. Juego creativo.
Organización Morfosintáctica
Actividades relacionadas con el discurso narrativo. Actividades de conciencia sintática.

Fuente: Monfort, M. (2002)

Es necesario describir tres grandes aspectos o áreas dentro del proceso de adquisición lingüística, como son el lenguaje receptivo, el lenguaje expresivo y el lenguaje articulado, así como algunos indicadores de cada uno de ellos que permiten conocer el grado de dominio que los (las) niños (as) tienen en esos aspectos:

1. Lenguaje receptivo:

Permite comprender el lenguaje y adquirir el significado de las palabras, o sea lo que el niño almacena, y va formando la base para el desarrollo de la semántica en el lenguaje oral.

Indicadores:

    • -Percepción y discriminación auditiva de palabras, frases y oraciones.
    • -Seguimiento de instrucciones.
    • -Memoria auditiva.
    • -Entiende el significado del lenguaje que escucha y sus respuestas son adecuadas.
    • -Ejecución de órdenes.

2. Lenguaje expresivo:

El lenguaje expresivo es el que le permite al niño expresarse por medio de gestos, señas o palabras.

Indicadores:

    • -Vocabulario adecuado y preciso.
    • -Construcción gramatical de oraciones.
    • -Ordenamiento lógico y secuencial del mensaje.
    • -Combinación de palabras en frases y oraciones.


3. Lenguaje articulado:

La articulación constituye la última etapa del desarrollo del lenguaje y se considera como la habilidad para emitir sonidos, fusionarlos y producir sílabas, palabras, frases y oraciones que expresan ideas. Así mismo, la articulación se relaciona con el adecuado funcionamiento de los órganos del aparato fonoarticulador.

Indicadores:

    • -Pronunciación correcta de los fonemas.
    • -Capacidad articulatoria para unir y enlazar fonemas para formar sílabas y palabras.
    • -Fusiona los fonemas en palabras, frases u oraciones que expresan ideas.

Las recientes investigaciones han demostrado la gran importancia de los primeros años de vida para el adecuado desarrollo del lenguaje.


ALTERACIONES EN EL DESARROLLO DEL LENGUAJE.

Cualquier defecto de la audición, incluso moderado, repercute en el desarrollo del lenguaje y es por eso que la exploración de las competencias auditivas ha estado asociada a esta primera parte. Por ejemplo a los 6 meses: recepción, el niño se gira hacia el ruido o hacia la voz; expresión, balbucea; interacción, cuando se le habla, responde mediante vocalizaciones.


Los padres y los adultos que rodean a los niños pequeños a menudo notan más las dificultades de expresión que de comprensión del lenguaje: "No habla bien, no articula bien, no se entiende lo que dice…" ; preocupándose más por su forma de articular, que por sus niveles de comprensión.

Sin embargo, el desarrollo del lenguaje puede verse perturbado en sus aspectos de comprensión y/o de expresión a los niveles fonológicos, morfosintácticos, léxicos y pragmáticos.

La capacidad de comprensión del niño es la base del desarrollo del lenguaje y precede a su capacidad de expresión. Cuando el niño pequeño crece, sus posibilidades de comprender siguen precediendo a sus capacidades de expresarse. La observación de la comprensión es por lo tanto primordial.

Entre 12 y 18 meses, el niño debe poder asimilar los mensajes verbales sin apoyarse exclusivamente en lo no verbal. El nivel de comprensión puede fácilmente inducir a error o ser ilusorio. El niño parece comprender una consigna simple, pero de hecho comprende solamente la situación y no el mensaje lingüístico. Ejemplo: "venga, que nos vamos", de hecho ve a su madre coger su bolso y / o suéter.

Las alteraciones transitorias existen de manera normal en el niño a lo largo de su desarrollo del lenguaje. Hay que diferenciar los trastornos importantes, por ejemplo la no asimilación de ciertos fenómenos, inteligibilidad limitada de la palabra y otros… Trastornos de la palabra: las palabras son deformadas, simplificadas o inacabadas (sustituciones, omisiones y otros…)

Retraso del lenguaje: Se puede hablar de retraso cuando el niño no está en disposición, a una edad determinada, de comprender y/o de expresarse por medio de palabras y de frases en referencia a su edad cronológica habitualmente descrita.

El uso de jergas o de estereotipos nos debería orientar hacia una patología específica del lenguaje.

CONSECUENCIAS

La magnitud de las consecuencias de un retraso del desarrollo del lenguaje está ligado a diversos aspectos, entre los cuales sobresalen:

La naturaleza de las dificultades: palabra, lenguaje, comprensión, expresión y otros …

Origen de los problemas: auditivo, mental, disfunción cerebral, afectivo…

Particularidades de la familia:

La familia puede a veces colaborar en atenuar las dificultades de comprensión y de expresión mediante ciertas conductas (código familiar, mímica, palabras clave, …). Esto evitará o retrasará trastornos de comportamiento y un aislamiento del niño. Por el contrario, la persistencia de tales medios puede sin embargo reforzar el retraso del lenguaje.

Algunas actitudes inadecuadas frente a las dificultades de expresión del niño pueden fijar una patología (tartamudeo por ejemplo…). Si el niño (a) no comprende lo que se le dice, no actúa o no responde en función de la petición de su interlocutor y su respuesta no es adecuada.

Los aspectos sintácticos y semánticos del discurso que el adulto le propone, no están integrados. Por consiguiente, el niño tiene dificultad para expresarse y el factor comunicacional no se realiza.

Los problemas de comunicación repercuten también en la relación: si las iniciativas lingüísticas del niño o de los padres no tienen una respuesta adaptada, pueden aparecer por ambas partes manifestaciones de frustración; en el niño se puede notar una inhibición, una inestabilidad, una hiperactividad, …

El niño es consciente de sus limitaciones de expresión y de sus errores a través de las correcciones de su entorno; si estas son excesivas, puede aparecer un bloqueo con rechazo y cólera.

Por tanto, sin la ayuda especializada (Profesional en Lenguaje), estas dificultades corren el riesgo de producir una repercusión en su lenguaje escrito, ante una falta de detección e intervención oportuna.

CONCLUSIÓN

Dificultades auditivas, visuales, neuro-motrices, cognitivas, relacionales, pueden impedir o retrasar el desarrollo de la palabra y del lenguaje.

Es de vital importancia escuchar y tener en cuenta las inquietudes de los padres - madres y realizar trabajos en el área de prevención y detección temprana, hacer pruebas específicas e indispensables para confirmar o invalidar el diagnóstico.

El niño hablará si su entorno se comunica con él, si ve los gestos, si entiende y comprende las palabras de aquél que le habla, si puede hacer movimientos que induzcan a la palabra.


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