"Hay que terminar con el silencio cómplice en el bullying" / Revista Ya Septiembre 2010 Diario El Mercurio / por Sergio Canals Lambarri Médico Cirujano P.U.C. Psiquiatría Infanto Juvenil U. De Chile. Diplomado en Filosofía U. Padre Hurtado. / Ceril 2010

En pocos días, dos adolescentes se suicidaron víctimas del bullying. Una ley que pretende enfrentar este flagelo está en urgencia en el Congreso. Pero el conocido psiquiatra Sergio Canals en su nuevo libro "Si todo es bullying, nada es bullying" explica por qué sin un buen programa de prevención poco va a cambiar. "Si un alumno acusa se revela a él mismo como acusete, revela al acosador, a todo el curso que sabía, al colegio que hizo la vista gorda. Para qué decir los profesores: si hay bullying, los profesores lo saben". hijos están resintiendo la falta de padre, porque ya no están para conversar con ellos, ni siquiera para confrontarlos.

Ximena Urrejola B. Ilustración Francisco Javier Olea.

Si todo es bullying, nada es bullying, por lo que hay que ser cuidadosos con establecer un significado, más aun si hoy o más temprano que tarde va a tener implicancias legales, -dice el psiquiatra Sergio Canals. Por eso, también, advierte que es esperable que dentro de un contexto escolar se produzcan comportamientos violentos esporádicos, considerados normales, sin corresponder a la calificación de bullying. ¿Cómo es esto? Para que exista bullying, tienen que darse varias características: una intencionalidad sistemática en el tiempo por hacer daño a otro y asimetría de poder, es decir, que haya uno más fuerte y otro más débil, que siempre sufre. Además, los acosadores están descritos como niños con una fuerte necesidad de poder, de dominar, controlar y someter a sus compañeros y salirse con la suya, cierta hostilidad hacia su entorno, búsqueda de prestigio a través de la agresión, impulsividad, mal manejo de la ira, sin solidaridad frente a los victimizados, desafiantes y agresivos frente a los padres, autoridades, profesores y adultos, más fuertes que los de su edad y, a veces, involucrados en actos antisociales y uso de drogas.

Para Sergio Canals, a la luz de su experiencia clínica, para que un niño o preadolescente incorpore comportamientos de estas características, asumiendo el rol de agresor, "siempre se necesita alguna perturbación en su desarrollo cognitivo-afectivo-amoroso, en su desarrollo familiar-social y en su desarrollo moral que, además, tiene un sustrato biológico.

-Pero, ¿por qué otro libro sobre el bullying? ¿Acaso no es un tema que está ultra tratado?

-Lo que pretendo es enfatizar algunos aspectos importantes que no han sido debidamente considerados en los múltiples libros y documentos escritos sobre el tema. Puedo afirmar que, en general, la bibliografía descuida un análisis que contemple el desarrollo integral de niños y adolescentes, con los aspectos del desarrollo moral.

-Partamos por lo actual, ¿qué piensa de la legislación sobre el bullying que se está discutiendo en el Congreso, que obliga a los colegios a tener reglamentos de convivencia, a denunciar e informar a los apoderados sobre los casos de violencia que detecten, y que los sanciona si se registran casos de bullying?

-Lo primero es lo primero: los programas de prevención de bullying se deben homologar con los programas de prevención de drogas y alcohol y sexo adolescente para evitar estos problemas en su conjunto, porque están interrelacionados. Este programa debiera ser como un sello de calidad de los colegios (algo así como el sello verde de las empresas). Así, los padres podrían evaluar el colegio donde van a meter a sus hijos según la existencia de este plan. El problema que veo en una legislación es que significa tipificar a las personas que cometen actos de bullying. Pero hay que tener ojo porque son niños o preadolescentes, por lo tanto no se les puede aplicar criterios que corresponden a personas con criterio formado. Cualquier legislación tiene que saber leer el mundo sobre el que está penando, hay un borde frágil que requiere mucho análisis.
-Esta ley incluiría multas económicas para el colegio (de hasta alrededor de un millón y medio de pesos), diferentes sanciones para el agresor, que podrían llegar a la expulsión y, además, indicaciones para que, si un alumno debe irse de un colegio por maltratos, el establecimiento costee los gastos médicos, psicológicos y la matrícula del afectado en un nuevo recinto...

-A los colegios se les quiere penar por la no existencia de un programa, ya que de alguna manera avaló la conducta no haciendo nada para evitar este daño. El problema es que en los pocos casos en que la familia de un niño agredido ha ganado un juicio en contra de su colegio, el niño agredido se tuvo que ir de todas maneras. Si uno combate al colegio, aunque sea justo el combate, siempre pierde el niño, después no hay cómo protegerlo. Por eso son tan importantes los programas de prevención, porque se protege al niño desde el principio. Si un alumno acusa no sólo se revela él mismo como acusete, también revela al acosador, a todo el curso que sabía y que no dijo nada. Se revela al colegio cómplice donde todos tienen un grado de responsabilidad, hasta el portero que a veces sabe mucho más de lo que aparenta. Para qué decir los profesores: si hay bullying, los profesores lo saben.

-¿Por qué los profesores no hacen nada?

-Porque saben que no encontrarán apoyo institucional, una respuesta de parte del colegio. Un profesor que hace una denuncia puede dañar la imagen del colegio en el que trabaja, y también poner en peligro su fuente de trabajo. En ese sentido, él mismo puede tratar de arreglar el problema en menor escala. Puede quedar en una posición muy compleja. Hay que romper con lo que llamamos "silencio cómplice" porque están todos involucrados, desde el portero hasta la dirección del colegio y la familia.

-¿Qué le parece la multa en dinero?

-Yo me pregunto: ¿cuánto vale el daño moral? La obligación que tienen los colegios es instaurar un programa de prevención, porque lo demás se puede transformar en un negocio donde todos van a querer ganar plata, los abogados, los padres, esa multa puede transformarse en otra cosa. Pero, por otro lado, se tiene que realizar algún tipo de acción en el sentido de que el colegio no va a tolerar ese tipo de conducta: si alguien agrede a otro debe ser castigado o coartado, porque de otra manera se instala la ley del más fuerte, lo que daña a la comunidad completa. Se deben conciliar los dos temas. De ahí la complejidad del ámbito legal.

-¿Está de acuerdo con la expulsión de los agresores?

-A mí no me gusta echar a los niños acosadores, porque si se busca el trastorno que sufre y que está perjudicando su desarrollo, y se lo trata, se le debiera permitir seguir. Además, a ese niño se lo va a llevar a un colegio más riesgoso, se lo va a juntar con otros niños más violentos.

-¿Los juegos de video y la televisión hacen que los niños sean más violentos?

-Eso no es así. A los seis o siete años los niños distinguen perfectamente lo que es fantasía de lo que es realidad. Distinto es si el niño tiene algún trastorno. Sería lo mismo que pensar que los juegos pacíficos crean niños buenos, santos, y tampoco es así. Lo que sí, puede existir el problema de la desensibilización, en el sentido de que cuando están frente a actos violentos no se perturban, y tampoco hacen nada.

El niño agredido

-Cuando un niño sufre de bullying queda desarraigado de su mundo, el mundo que él pensaba era amable, feliz, cariñoso, se vuelve ajeno, desconocido, agresivo. Se socava, entonces, su sentido de seguridad, confianza y esperanza en él mismo y en los demás, la familia, el colegio y el mundo. Ese niño pierde libertad para desarrollar su propio mundo y todas sus capacidades -dice Sergio Canals.

Las características de un niño víctima son más o menos conocidas: son sensibles, callados, tímidos, inquietos, inseguros y tienen una baja autoestima. El niño que sufre de bullying -dice Sergio Canals- siempre tiene un problema, por muy pequeño que sea: "Por ejemplo, son demasiado maduros y no tienen los mismos intereses de los niños de su edad, lo que los revela como extraños frente a sus pares".

Sergio Canals dice también que los niños con déficit atencional muchas veces hacen bullying, porque son impulsivos, pero también pueden ser víctimas, porque molestan a los demás y la respuesta sobre ellos puede llegar a ser violenta y sistemática. También los alumnos nuevos están en riesgo. Por esta razón, no es bueno de por sí cambiar a un niño de colegio.

-En este sentido, los profesores debieran tener identificados a quienes tienen riesgo de ser agredidos. Hay que trabajar con ellos, con los más tímidos. Por el otro lado, tienen que focalizar a los niños agresivos y trabajar con ellos en el control de la impulsividad, en su capacidad de ponerse en el lugar del otro, en su capacidad de sentir lo que el otro siente, para prevenir. Además, si alguien tiene un hijo con las particularidades que acabo de nombrar, debe averiguar primero si dentro el proyecto educativo está presente un programa serio de prevención de bullying, porque muchos padres ni siquiera lo consideran a la hora de elegir colegio. A veces ponen en riesgo a sus hijos sin intención.

-Se supone que un poco de violencia es natural en el ser humano, ¿o me equivoco?

-Sí. Aunque el cerebro tiene una cierta predisposición a disfrutar de este tipo de violencia, por lo que debe ser "educado". Pero el adulto la enfoca hacia otras cosas como, por ejemplo, conseguir las cosas que quiere. Pero no está todo perdido: se puede educar a un niño para que se defienda, es una estrategia, una buena herramienta para mejorar este tipo de agresión violenta.

-¿No es curar con la misma enfermedad?

-No, si uno le dice y le enseña al niño agredido que se ponga a la par del otro, que se defienda y que en un caso extremo puede llegar a dar un "buen golpe", por ejemplo, se rompe la asimetría que produce el bullying y puede terminar con este ciclo violento que de otra manera no se acabaría nunca.

-¿Cuándo hay que sacar a un hijo del colegio?

-Cuando el niño dice que ya no soporta más. El niño sabe, hay que escucharlo. Si se quiere ir, yo recomiendo que lo saquen, pero antes hay que evaluarlo porque puede que tenga un problema que no ha sido detectado y vuelva a sufrir bullying en el otro colegio. Ahí existe otro problema: un niño que ha sufrido bullying tiene más probabilidades de sufrirlo otra vez.

Principal factor de riesgo

Sergio Canals explica algunas de las características de los programas antibullying que más le gustan:

-Si existe una situación de bullying, por ejemplo en el recreo, en ese mismo momento se lleva a los involucrados a la sala de clases, y a todos los que estaban observando se les pregunta sobre lo que estaba pasando: ¿Qué opinan de lo que acaban de ver? ¿Es justo o no es justo? Luego se promueve un acuerdo y vuelven al recreo. Esto permite llevar al bullying a los valores básicos que muchas veces a los niños no se les están enseñando, como el respeto al otro, el valor de la justicia; el valor del otro sin importar cómo sea. El colegio entero debe funcionar de esa manera. -Después de todo lo que ha señalado, la conclusión es que si no hay un programa hay bullying.

-Está claro, pero no es tan obvio como uno quisiera, que el principal factor de riesgo lo constituye no tener un programa de prevención. Pero debe ser un programa que sea parte de uno general contra la violencia, y debiera ser realizado con la participación completa de la comunidad escolar a nivel transversal con educadores, alumnos y apoderados a la vez. Pero para poder realizar un plan preventivo, lo primero es reconocer el problema, como dije anteriormente, romper el "silencio cómplice", y darle un sentido de urgencia a la solución. Hay una importante frase del filósofo Emmanuel Lévinas que encaja con este problema: "Todos somos responsables de todos ante todos, pero yo más que todos".

-¿A qué edad los niños debieran comenzar con este programa?

-Desde el jardín infantil hasta cuarto medio. El problema, para mí, es que la mayoría de los programas que se instauran en los colegios están centrados en la educación emocional y social, y dejan de lado la educación ética y moral, que es la que finalmente les enseña lo que es bueno y lo que es malo, los valores. Hoy se sabe que desde el primer año de vida los niños comienzan a formar su mundo ético y moral. Cuando al niño se le dice "no le hagas daño" o "no hagas lo que no te gustaría que te hicieran", se le está educando y favoreciendo el desarrollo cognitivo moral de la voluntad y el control de sus comportamientos, aunque muchas veces sean placenteros.

-¿Cómo influye, en la práctica, esta enseñanza de lo ético y moral en el bullying?

-Si en la televisión muestran a un niño llorando, uno puede sufrir, sentir pena y compasión (educación emocional), pero una educación moral debiera hacer que yo haga algo por el otro. Esto implica una reflexión en torno a lo que es bueno o malo, algo que es más débil en los niños acosadores. Si un programa sólo trabaja en lo social o cognitivo y en lo emocional, la mesa queda coja. El bullying está asociado a la falta de conducción y educación moral. El déficit está en que poco a poco se han ido eliminando de los currículums ramos fundamentales como la filosofía, la religión cualquiera que ésta sea, la ética. Con ello, los niños ya no aprenden sobre la dimensión del ser humano. Se ha ido olvidando que la otra persona es un igual, a pesar de las diferencias que podamos tener: la tez más oscura o más clara. Si todo es relativo es muy difícil educar a un niño. En este sentido, hay colegios ultrasecularizados en los que no hay nada que oriente a los niños hacia la religión o lo sagrado, o como se le quiera llamar, no hay fundamentos absolutos a los cuales respetar, como el valor del próximo. Y, por otro lado, en los colegios que son muy absolutistas o radicalizados en su concepción del ser humano, también se puede producir bullying cuando alguien piensa un poco diferente.

Ximena Urrejola B. Ilustración Francisco Javier Olea..

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